Page 8 - Holyland Catholic - Hispanic Edition 2017

Piscina de Betsaida. Fotografía: Ron Peled
Se realizaron sólo dos sanaciones en
Jerusalén, y la razón de ese misterio se
remonta a mil años antes de que Cristo
apareciera. Fue poco después de consolidar
todas las tribus de Israel en un único reino
que el joven rey David trasladó su capital
desde Hebrón (donde él reinaba sobre Judea)
buscando la ciudad que Dios había prometido
a los patriarcas hace mucho tiempo (Ex
12:12). Y fue durante esta campaña que
David se encontraba cerca del Monte Moriá
(donde el padre Abrahán ofreció a su hijo
Isaac) frente a la ciudad más fortificada de
la tierra, Jerusalén, que era la capital de los
jebuseos.
Mirando con desprecio al ejército de David,
desde las alturas de su bastión de la fortaleza,
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el rey jebuseo se burla de él, diciendo: «No
entrarás aquí, pues bastarán los cojos y los
ciegos para rechazarte.» (2 Samuel 5:6). En
otras palabras, el enemigo, lleno de orgullo
y arrogancia, dice al joven rey de Israel que
él nunca conquistará Jerusalén ni siquiera
si todos sus soldados defensores fuesen
COJOS y CIEGOS.
Sin embargo, David prevaleció, y Jerusalén
se convirtió para siempre en la eterna capital estos sitios en persona y experimentar el
de Israel y en el centro de la adoración y de
la vida nacional del pueblo de Dios.Y Jesús,
1000 años más tarde, llevando a cabo la
obra del Mesías, tenía una vieja cuenta que
saldar; una antigua maldición que romper. Él
vino a deshacer las palabras de burla que el
enemigo utilizó contra el pueblo de Dios y que
seguían haciendo eco durante generaciones,
¡y para Él era algo personal! Cuando Él entró
en Jerusalén, había sólo dos milagros en Su
mente, el CIEGO y el COJO.
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