Page 6 - Holyland Catholic - Hispanic Edition 2017

El primer milagro de Jerusalén se registra en
el Evangelio de Juan, que dice: "Después de
esto se celebraba una fiesta de los judíos, y
Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén,
cerca de la Puerta de las Ovejas, una piscina
llamada en hebreo Betesda. Tiene ésta
cinco pórticos, y bajo los pórticos yacía
una multitud de enfermos, ciegos, cojos,
tullidos (y paralíticos. Todos esperaban
que el agua se agitara, porque un ángel del
Señor bajaba de vez en cuando y removía
el agua; y el primero que se metía después
de agitarse el agua quedaba sano de
cualquier enfermedad que tuviese). Había
allí un hombre que hacía treinta y ocho años
que estaba enfermo. Jesús lo vio tendido,
y cuando se enteró del mucho tiempo que
estaba allí, le dijo: «¿Quieres sanar?» El
enfermo le contestó: «Señor, no tengo a
nadie que me meta en la piscina cuando se
agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se «Maestro, ¿quién ha pecado para que esté
ha metido otro.» Jesús le dijo: «Levántate,
toma tu camilla y anda.» Al instante el
hombre quedó sano, tomó su camilla y
empezó a caminar”. Juan 5:1-8.
Este primer milagro de Jerusalén tuvo lugar
en la piscina de Betesda durante la fiesta
de Pascua, cuando la ciudad estaba llena
de peregrinos. El nombre de la piscina en
hebreo significa "Casa de la misericordia", y
como si fuese un campo de batalla sembrado
de cuerpos heridos o un hogar de ancianos
hacinado, Betesda se llenó de dolor y de
miseria.
Sin duda, el Señor sintió los sufrimientos de
este gran número de personas y también la
presencia del gran templo a pocas cuadras
donde los sacerdotes y los religiosos
profesionales no entendían ni miraban estos
sufrimientos. La mayoría de ellos creían que
cualquier tipo de discapacidad significaba
que esa persona era culpable de o estaba
afectada por el pecado, y que su sufrimiento
era algún tipo de retribución directa. Incluso
creían que si un bebé pecaba en el vientre
de su madre esto tendría como resultado el
padecimiento de una deformidad física.
Sin embargo, Jesús posó Sus ojos en un
hombre cojo quien había esperado durante
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Piscina Bizantina de Siloé. Fotografía: Max Richardson y saliva, untó con él los ojos del ciego y le
38 años, y quien probablemente era el caso
más lastimoso, indefenso y desesperanzado
de todos los que allí se encontraban. Jesús
no le exigió fe ni corrigió la teología errónea
de este hombre; Simplemente demandó y
esperó obediencia de su parte. Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y anda.» Una
curación milagrosa, instantánea y total
cayó sobre los miembros enfermos de
quien paciente y mísero conoció el amor
del Salvador. Su palabra sigue hablando
hoy a todos quienes tienen oídos para oírla.
El segundo milagro de Jerusalén no ocurrió
muy lejos del primero, y también fue
registrado por Juan, quien dice: “Al pasar,
Jesús vio a un hombre que era ciego de
nacimiento. Sus discípulos le preguntaron:
ciego: él o sus padres?» Jesús respondió:
«Esta cosa no es por haber pecado él o sus
padres, sino para que unas obras de Dios se
hagan en él, y en forma clarísima. Mientras
es de día tenemos que hacer la obra del que
me ha enviado; porque vendrá la noche,
cuando nadie puede trabajar. Mientras
estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
Dicho esto, hizo un poco de lodo con tierra
dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé
(que quiere decir el Enviado).» El ciego fue,
se lavó y, cuando volvió, veía claramente".
Juan 9:1-6.
Este milagro ocurrió después de un acalorado
enfrentamiento con los fariseos durante la
fiesta de los Tabernáculos. Oponiéndose
a la afirmación de que Jesús poseía vida
eterna y un origen divino, los fariseos querían
apedrearlo por "blasfemia", y cuando Él se
escabullía de estos se encontró con este
hombre ciego. Es importante tener en cuenta
que se trata de la ÚNICA persona enferma
registrada en los Evangelios cuya condición
existía desde su nacimiento y no era el
resultado de alguna desgracia posterior. Y,
como vimos antes, ésta fue la razón por la
cual los discípulos le preguntaron quién era el
culpable de su grave defecto de nacimiento,
¿él o sus padres?
A la vista del Señor, sin embargo, nunca se
trata de quién es el culpable, el Salvador
pronto sería crucificado y el momento de
las preguntas y respuestas teológicas ha
quedado atrás. El de este hombre ciego era
un milagro latente, elegido desde la eternidad
para que en ese preciso momento se
manifestase la gloria de Dios. Y esta misma
perspectiva redentora aún guía la visión del
Señor de todos los que lo invocan.
Esta curación tuvo lugar en la piscina de Siloé,
a poca distancia de los patios del templo,
donde una vez estuvo ubicado el complejo
real de los edificios de gobierno y el palacio
del rey David. En la época de Jesús, esta
piscina servía como "mikveh" pública, una
gran piscina de baño utilizada por los judíos
antes de entrar en el templo, así como fuente
de la cual los sacerdotes sacaban agua todos
los días para la famosa ceremonia del agua del
templo. Fue este concurrido y popular lugar
el que el Señor eligió para llevar a cabo ese
segundo milagro de Jerusalén, demostrando
así que en realidad era "la luz del mundo".
Ambos milagros fueron públicos, ambos
resistidos por las autoridades religiosas y
ambos visibles para todos.